Aspen es seguramente la estación de esquí más conocida en nuestro país, basicamente porqué muchos famosos la llevan eligiendo muchos años para ir a pasar sis vacaciones blancas.
Si hay una frase que define a Aspen, el pueblo minero del Centro Oeste de Colorado, en Estados Unidos, es “paraíso del esquí”. La nieve en polvo que tiñe sus cuatro zonas es tan seca y ligera que parece algodón. Y lo mejor: se extiende a lo largo de 500 km de pistas para todos los niveles, que no se congestionan jamás. Los motivos de la nieve perfecta son varios: el mar está a más de mil Km., el polo Norte, relativamente cerca, y la zona está rodeada de áreas desérticas. Esas tres cosas hacen que el clima sea mucho más seco que en los centros de Sudamérica o Europa, y explican por qué la temporada invernal va de noviembre hasta mediados de abril.
Si bien los primeros que pisaron el suelo de Aspen (en español, “álamo”) fueron indígenas de la tribu Ute, los yacimientos de plata y la calidad de la nieve atrajeron nuevos pobladores a fines del 1800. Fueron estos pioneros los que otorgaron la impronta victoriana que aún se conserva en las fachadas. Hoy el pueblo está conformado por unas ochenta manzanas y tiene alrededor de seis mil habitantes.
Fundado en 1947 (el Aspen Mountain), el lugar es visitado por esquiadores de todo el mundo, que también buscan buena gastronomía, arte y vida nocturna. Hay nada menos que 450 locales, 70 de ellos restaurantes, cafés y pizzerías, y más de 100 de indumentaria y esquí. Su hotelería es muy amplia, ya que hay opciones económicas, con precios moderados y también de lujo, como el exclusivo Hotel Jerome.
Aspen tiene más secretos. Al estar pobladas de álamos, la visibilidad en las montañas es buena, por lo que la estación no acostumbra a cerrar por mal tiempo. Y los servicios no tienen comparación: se puede salir esquiando del 95% de los hoteles, los telesillas son de última generación y cada una tiene incorporado un mapa de las pistas. Incluso hay pañuelos en todos los arrastres y el protector solar es gratis. También hay gratis a pie de pistas para dejar los zapatos y los esquíes.
En Aspen, todo está pensado para el esquiador. Como hay zonas(Snowmass, Aspen Mountain, Aspen Highlands y Buttermilk) separados por pocos minutos, los locales de alquiler se encargan de llevar los equipos adonde quiera el esquiador. Se puede esquiar un día en Snowmass y al siguiente en Highlands y buscar ahí el material. Además, los esquiadores cuentan con un servicio gratuito de traslado entre las montañas. Son microbuses medianos que circulan continuamente y salen del centro de Aspen. En sus laterales tienen un soporte especial para dejar los esquíes.
Snowmass, para todos
Dos días con un guía que muestre cada pista de esquí no alcanzan para conocer esta montaña, que con más de 3.800 metros de altura y 1.343 de declive vertical es la bajada más pronunciada de los Estados Unidos. Tiene 1.267 ha de superficie y 91 pistas con 237 km esquiables, a las que se accede a través de 21 medios de elevación. En la pista más larga, se puede esquiar a 8,5 km sin parar. Para llegar hasta allí, hay que tomar el Cirque, un arrastre que lleva al punto más alto y ventoso.
Semejante extensión se traduce en otro cálculo: los telesillas de este centro pueden transportar hasta 33 mil personas por hora. Lo mejor de Snowmass es que puede disfrutarse en familia, ya que tiene pistas para todos los niveles. En la base se encuentra el Treehouse, un centro con actividades para bebés de más de ocho semanas, niños y adolescentes.
La zona tiene nueve lugares para comer.
La exigente Aspen Mountain
Dicen que es la más top, y no se equivocan. Es la única que no tiene pistas fáciles y en la que abundan los “bumps».
En total, Aspen Mountain tienta con 76 pistas; el 26 % de ellas para expertos. La más extensa tiene 4,8 km. Desde la mayoría de las pistas se puede ver el pequeño pueblo minero con sus techos nevados y chimeneas encendidas.
A diferencia de las otras, esta montaña tiene su base en el pueblo; es decir que si se está alojado en la ciudad, se puede ir caminando a coger la góndola que te lleva a la cima, a 3.418 metros. Con 103 km esquiables, sus remontes pueden transportan hasta 10.700 personas por hora. Para comer hay cuatro restaurantes.
Algo imperdible: los lugareños y visitantes han creado decenas de santuarios de figuras famosas, como Elvis Presley o Jimi Hendrix. Dejan fotos, carteles y objetos alusivos. Escondidos en los bosques, por fuera de las pistas, es difícil encontrarlos sin la ayuda de alguien que ya los conozca.
Fuera pista en Highlands
Esta zona es la preferido por los locales y también de los que les gusta el fuera de pista. Los remontes te llevan hasta 3.600 metros, a partir de allí, muchos se ponen los esquí en los hombros y caminan media hora para alcanzar los 3.700, la cumbre del Highland Bowl, de donde salen pistas inclinadas a 45 grados. Una vez arriba, los esquiadores se quedan un rato contemplando el paisaje y recuperando el aliento.
Hay 135 km esquiables y un 36% de pistas negras. Además de Highland Bowl, la más inclinada es Go-Go Gully, con 48 grados. Por sus nombres divertidos, otras pistas son dignas de mencionarse: “Sin nombre”, “¿Por qué?” y “¿Por qué no?”.
Buttermilk, para los más pequeños
Esta zona de esquí ofrece una deliciosa postal de montaña. Con una altura de 3.000 metros y una pendiente de 618, Buttermilk tiene en sus 190 hectáreas, 44 pistas muy amplias, de las cuales el 74% tienen un nivel de exigencia fácil e intermedio (de hecho, no hay aquí ninguna para expertos).
A todas las pistas se accede a través de nueve telesillas que transportan hasta 7.500 esquiadores cada hora.
Preferido por los principiantes –especialmente los niños y familias, el lugar cuenta, en la mitad de la montaña, con un conocido centro de aventuras infantil, el Fort Frog.
Aunque aquí los más pequeños son protagonistas, igual que en cualquier zona de Aspen lo que se destaca es el amor por el deporte y la pasión por el esquí.
Situación
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