Pocas estaciones pueden alardear de tener en sus inmediaciones el nacimiento de un río y menos aún de un río que tiene la importancia del Río Ter, recurso hídrico de una buena parte de la población catalana.
Vallter es una estación emblemática y carismática, la más cercana al Mediterraneo de todas las que hay en los Pirineos, una de las más altas y que tanto en invierno cómo en verano atraen miles de turistas y deportistas para descubrir su naturaleza salvaje.
Hoy no vamos a hablar de la estación de esquí cómo centro de deportes de invierno sino del entorno, de las actividades que se pueden realizar, de su afamada gastronomía y de aquellos intangibles que hacen que Vallter sea un lugar único.
Vallter está íntimamente ligado con dos poblaciones, Setcases, término municipal dónde se ubica la estación, y Camprodon, el núcleo más importante de la zona. Además de Ripoll, que a pesar de estar algo más lejos, es un sitio de obligada visita.
A la estación se puede acceder desde Catalunya; por Olot (si vienes desde Girona) o Ripoll si vienes de Barcelona o del resto de España, y también desde Francia por el Col d’Ares.
En la Carretera de Camprodon, al Col d’Ares, tenemos uno de los imperdibles para aquellos que vamos en familia o simplemente somos unos enamorados de los animales. En el pueblo de Molló se ubica el Molló Park, un parque de animales, con multitud de especies de montaña, donde se permite interactuar con algunas de ellas (en este link tenéis el reportaje que hicieron nuestros compañeros de Zoomdestinos hace un tiempo)
El abierto y bonito valle de Camprodon esconde también algunos tesoros arquitectónicos. En el mismo Camprodon encontramos el antiguo monasterio románico de Sant Pere, y en la plaza donde estaba ubicado el hospital un monolito le recordará el nacimiento en este pueblo, en 1860, del gran compositor Isaac Albéniz. También debemos visitar el Pont Nou, situado dentro del casco urbano de Camprodon sobre el río Ter.
En Llanars de camino a Setcases y Vallter, tenemos la encantadora iglesia de Sant Esteve de Llanars donde el frontal es un valioso ejemplo de pintura románica.
En Vilallonga de Ter podemos visitar el Castillo de Catllar, que ya en el año 1362 se encontraba en estado ruinoso y fue sustituido por la domus de la Sala.
En Setcases, la iglesia de Sant Miquel guarda un altar barroco de 1754, el único que se salvó de las destrucciones de 1936 en este sector de los Pirineos.
En Beget encontramos la iglesia de Sant Cristófor, un claro ejemplo de la arquitectura religiosa del siglo XII.
No muy lejos, en Rocabruna, se encuentra la capilla de Sant Llorenç de Rocabruna y las Ruinas del Castell de Rocabruna.Es una excursión que recomendamos hacer tanto en invierno cómo en verano Al llegar a la cima podrás disfrutar de unas vistas panorámicas del valle de Beget, la alta Garrotxa o Col d’Ares.
Cuando hablamos de Gastronomía de la zona, a un servidor le viene a la cabeza las comidas en familia de cuando era pequeño. Os hablo de las Galletas Birba, que en nuestro caso se sacaban a la hora del café. Pues bien la fábrica de Birba está en Camprodon.
Esta zona del noreste catalán tiene una variada comida tradicional, basada en la actividad ganadera y el uso de productos artesanos.
La carne de Ternera, Potro, Cordero y Cabrito autóctona, se caracteriza por ser una carne fresca, tierna y de gran calidad.
Otro producto local es la patata, que se usa como acompañamiento o ingrediente principal de muchos platos.
Por supuesto el embutido no podía faltar entre las especialidades de la zona, que tienen cómo peculiaridad la ausencia de conservantes artificiales y la curación artesanal.
Los quesos también se elaboran de forma artesanal siguiendo métodos tradicionales a partir de leche cruda o pasteurizada de vaca, de cabra o de oveja producida en explotaciones de la comarca en el territorio cercano.
La miel
Hay un espacio ideal en las montañas del Valle de Ribes y el Valle de Camprodon donde las abejas nos deleitan con su miel. Las variedades de miel son infinitas: de romero, milflores, regaliz, etc., y también en forma de caramelo.
Para los amantes de la cerveza, en la zona también hay varias fábricas artesanas de cerveza.
Las setas también son uno de los ingredientes básicos de las recetas de la cocina de montaña del valle con hongos cómo los níscalos, los escarlets o las cepas, o algunas específicas como las crestas de gallo.
Ahora que ya hemos comido bien, vamos a mover el esqueleto, ya que a parte del turismo cultural y la gastronomía, la zona ofrece inmensidad de opciones deportivas..
Montar a caballo es sin duda un atractivo de estos valles. Existen varias hípicas repartidas por los diferentes pueblos que ofrecen la posibilidad de conocer el entorno a través de distintas rutas de una forma diferente y emocionante.
El senderismo, como ya hemos comentado, tiene infinidad de posibilidades y rutas para disfrutar todo el año. En invierno, las raquetas de nieve nos permiten conocer la zona, pudiendo adentrarnos en zonas vírgenes y disfrutar de la paz de la montaña.
El ciclismo, tanto de carretera cómo de montaña, es un importante atractivo de la zona, con rutas épicas cómo la subida en bici de montaña a la estación de Vallter. Desde allí, encontrarás todo tipo de rutas para todos los niveles en torno.
Pues nada, ¿A que dan ganas de ir a disfrutar de Vallter y sus valles?
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