La montaña y sobretodo en invierno cuando está cubierta de nieve, es muy peligrosa para nuestra piel y por tanto debemos protegerla adecuadamente, y aunque tener marcadas las gafas en nuestra piel vista mucho, hay que ser conscientes de los efectos dañinos de los rayos solares en nuestra cara y labios.
Las bajas temperaturas junto con el viento, que azota la cara en el telesilla y en los descensos por las pistas, deshidratan la piel y provocan un efecto de congelación que hace que la epidermis se sensibilice y se vuelva más vulnerable ante las agresiones solares.
Un rostro congelado sin protección solar se convierte a las pocas horas en una cara enrojecida y más tarde en un rostro quemado. Por último, aunque el día se levante nublado no hay que dejarse engañar ya que las nubes filtran el noventa por ciento de las radiaciones solares y además se quedan reflejadas en las minúsculas partículas de agua de la niebla. A medida que se asciende en altitud, los rayos ultravioletas se vuelven mucho más peligrosos. Por cada 300 metros de altura más las radiaciones ultravioletas aumentan su efecto dañino en un 4%, o sea que a 3000 metros el sol es un 40% más peligroso que al nivel del mar.
Por si esto fuera poco las gotas de agua actúan como lupas y la nieve y el hielo reflejan el 80% de los rayos del sol, vamos que es como si nos expusiéramos casi el doble de radiaciones. Así que con semejante panorama es evidente que si hay algo tan necesario en las cumbres como las tablas es la protección solar, a pesar de que uno se crea que su piel está bien curtida.
A la hora de seleccionar la crema protectora conviene optar por un índice de protección superior incluso al que se emplea durante el verano, lo mejor es decantarse por productos que ofrezcan un alto factor de protección o, mejor aún, que sean los denominados “pantalla total” -productos que en lugar de incluir un filtro en su formación contienen un bloqueador de las radiaciones solares-. En cualquier caso el índice de protección nunca debe bajar del quince.
Otro factor a tener en cuenta es que como, por regla general, únicamente se van a utilizar en el rostro uno se incline por las cremas de protección solar específicas para el rostro ya que además de la protección contienen ingredientes hidratantes, nutritivos, anti-edad, … especiales para la cara. Pero dentro del rostro hay zonas a las que hay que prestar especial atención. Entre ellas se encuentran las orejas, que suelen olvidarse a la hora de ponerse la crema y también se queman, las «entradas» en las cabezas de los hombres y, sobre todo los labios. Estos son la parte de la piel más sensible ya que carecen de glándulas sebáceas y de mecanismos de protección natural. Por eso no es extraño que cuando se exponen al sol intenso o a temperaturas muy bajas se deshidraten, resequen y cuarteen y, precisamente en la nieve, sufren las dos cosas a la vez. Por ello es básico que se protejan con un producto eficaz de alto factor de protección y que tras la jornada deportiva se hidraten constantemente.
Puede que creamos que nos resulte innecesario utilizar este tipo de productos en esta época del año, pero si tienes pensado practicar deportes al aire libre como por ejemplo esqui o simplemente disfrutar de un divertido dia en la nieve en compañia de la familia, una de las cosas más importantes que debes guardar en tu mochila es el protector solar.
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