10/02/2025

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Reportaje de la Estación de Esquí de Saint Moritz (Suiza)

Reportaje de la Estación de Esquí de Saint Moritz (Suiza)

Tal vez esta sea la estación más elegante del mundo o por lo menos la que más «jet set» reúne en sus mejores días.

Quien soporte los precios de todos los servicios que aquí se ofrecen tiene un destino asegurado casi de por vida. Es un lugar exclusivo y de excelente calidad, cosmopolita, glamouroso, impecable, para dejarse ver. Un clásico dentro de los amantes del esquí, que no deja de modernizarse y de ocupar el primer puesto en todo.

St. Moritz es un sitio legendario para los aficionados a la nieve. Nació hace poco más de un siglo en medio de los bellísimos Cuatro Valles suizos y desde aquellos tiempos se ha ido consolidando como un excepcional centro deportivo y vacacional y una de las mejores estaciones de esquí de Europa en cuanto a sus equipamientos. La estación presume además de un clima seco y excepcional con cielos despejados 322 días al año, algo insólito en Suiza.

Aquí se han albergado los únicos Juegos Olímpicos que se han celebrado en Suiza, en 1928 y en 1948. Además en el 2003 St. Moritz será anfitriona de la Copa del Mundo de Esquí Alpino.

En esta prestigiosa estación invernal la actividad no se reduce a las pistas de esquí, por el contrario, la oferta para el tiempo libre y los no esquiadores es amplia y no se detiene. A la disposición del visitante hay discotecas, cines, tiendas, piscinas climatizadas, aguas termales, pistas de tenis, y todo tipo de deportes para ver y participar, como las carreras de caballos y perros, bosledding, golf, polo y cricket sobre hielo y la última sensación, el Cresta Run, que consiste en lanzarse por un tobogán, el Skeleton, tumbado boca abajo y con la cabeza hacia adelante. Se puede alcanzar una velocidad de 85 metros por minuto y no está recomendado para mujeres por los daños que puede ocasionar en el pecho.

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En invierno, St. Mortiz atrae a numerosas personas por los eventos que se realizan en sus instalaciones. La Copa del Mundo de carreras en snowboard, el Festival del Gourmet, subastas de joyas y el Maratón de Esquí de Engadina son algunos de los hasta 150 que se puede celebrar aquí.

Elegancia por encima de todo

Pero entre todas las actividades que se desarrollan en St. Moritz ninguna tiene el aire de prestigio y elegancia del polo alpino, que tiene aquí su meca. La elegancia indiscutible del polo se reviste de una especial emoción y prestancia cuando se juega sobre la nieve. No se trata de ninguno de esos deportes blancos surgidos en los últimos años para complementar la oferta de las estaciones invernales, que también tiene su lugar en esta estación, sino que su historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando los miembros de la caballería británica jugaban polo en St. Moritz como parte de sus entrenamientos militares.

Con el paso de los años el polo sobre nieve fue adquiriendo importancia hasta que en 1978, Reto Gaudenzi, un hotelero del valle de Engadina, cercano a la estación, se convirtió en un activo jugador de polo y decidió fundar, años más tarde, el «St. Moritz Polo Club», que representaría a la estación en el primer partido de polo del mundo en el lago helado de St. Moritz, en 1985 y gracias al apoyo de los joyeros.

Desde entonces, el polo forma parte de los atractivos de la estación como centro de vacaciones invernales, y la Copa de Polo en Nieve del mundo se ha consolidado como uno de los eventos más populares y apreciados dentro de su programación de cada temporada. La pareja formada por este deporte y la estación completan una imagen de exclusividad y elitismo difícil de superar y que además no deja de proporcionar prestigio a St. Moritz.

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Paraíso para los expertos

La estación parece haber sido diseñada para esquiadores con experiencia. Las pistas son anchas, de nieve perfecta, y con dificultades diferentes. Sin embargo más del 80% de éstas son para esquiadores avanzados, sobre todo las hay rojas.

Una de las más atractiva es Hahnnensee, con cinco kilómetros de longitud y 1.500 metros de desnivel. Quienes buscan emociones fuertes no pueden soportar la tentación de lanzarse por Corvatsch, o por salirse de pista y disfrutar de descensos por nieve virgen entre glaciares y bosques.

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