En las estaciones de esquí hay tres cosas que han evolucionado mucho en las últimas décadas, una la nieve artificial, la segunda son los remontes, más rápidos, capaces y seguros, pero lo que es básico para un buen día de esquí y ha supuesto una revolución ha sido la manera de trabajar la nieve, de pisarla, buscando un mejor deslizamiento, un mejor aprovechamiento del oro blanco y sobretodo buscar de garantizar una nieve lo más homogénea posible desde el inicio de la jornada hasta el cierre de la estación.
Los responsables de este trabajo son los pisapistas, que a los mandos de sus máquinas se encargan durante toda la noche de dejar la estación en las mejores condiciones para que los esquiadores y snowboarders puedan disfrutar de su deporte favorito el día siguiente.
Para conocer el trabajo de estos «magos de la nieve» nos desplazamos a Grandvalira, una estación con mucho tráfico de esquiadores y snowboarders durante la jornada y que por tanto precisa la máxima profesionalidad de los pisapistas.
Nuestro compañero de cabina fue un chileno llamado Walter, un chico joven y amante de su trabajo con el que tuvimos una animada conversación mientras pisábamos las pistas del sector Grau Roig de Grandvalira. Nos comentó que las máquinas trabajan de 6 de la tarde a 9 de la mañana para alisar el manto nevoso.
Hay dos tipos de máquinas, a parte de varias marcas, estos dos tipos se diferencian básicamente por un accesorio similar a un cabrestante, que permite a la pisapistas, pisar pistas con un pendiente elevado, léase pistas rojas y negras. El sistema es muy ingenioso, ya que en la parte alta de la pista hay un enganche dónde cogemos el extremos del cable, que mantiene la tensión mientras la máquina baja pista abajo y recoge el cable cuando subimos, de esta manera se evitan accidentes y se multiplica la fuerza de la pisapistas al depender en menor medida de la tracción de la oruga.
Las pisapistas tienen una pala delante para arrastrar y mover la nieve y detrás cuentan con una fresa que ara la nieve y luego una pieza plana y larga que alisa la superficie de la nieve y deja las tan famosas rayas en su parte superficial.
Durante nuestra experiencia como «ayudantes» de pisapistas aprendimos muchas cosas, entre las más importantes que hay que recolocar la nieve hacia el centro de la pista, ya que al final de la jornada tiende a moverse a los extremos, por lo que se pisa antes la parte exterior de la pista y en las sucesivas pasadas se va hacia el centro de la misma.
Pasamos un roto muy gratificante y educativo y recomendamos a todo el mundo, incluidos los más pequeños de la casa que vivan esta experiencia, que la mayoría de estaciones ofrecen por un precio normalmente asequible, que permitirá ver una faceta de nuestra estación de esquí preferida, que a buen seguro muchos no conocen y podemos disfrutar de vistas de la puesta de sol y la noche en la montaña nevada.
Agradecemos a Grandvalira la colaboración para la realización de este reportaje.
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