A sus 27 años, el titán japonés de la Copa del Mundo acaba de llevar el salto de esquí a nuevas alturas. Con el mundo ya a sus pies, ¿qué lo impulsa a traspasar los límites del deporte, de sí mismo y del vuelo humano?
Nunca ha habido un saltador de esquí como Ryōyū Kobayashi. Tranquilo y filosófico, ambicioso y hambriento, el nativo de Hachimantai podría retirarse hoy como uno de los mejores saltadores de esquí que jamás haya existido.Pero no lo hará porque está buscando más: Kobayashi acaba de hacer historia con el salto de esquí más largo de la historia, lanzándose desde un trampolín natural especialmente creado en Islandia el 24 de abril.
Kobayashi se elevó majestuosamente por el aire durante unos diez segundos antes de aterrizar a una increíble distancia de 291 m desde el punto de lanzamiento, rompiendo el récord mundial de vuelo y salto de esquí en 37,5 m en el proceso.
El récord anterior lo había establecido el austriaco Stefan Kraft con 253,5 m.
El joven atleta tenía como objetivo un salto de 300 metros en su intento.
Es un intento deportivo impresionante, nunca considerado por ningún otro atleta, y en el que leyendas del salto de esquí y del deporte celebraron un logro sorprendente en condiciones difíciles.
“Es difícil expresar este sentimiento con palabras. Este es mi sueño hecho realidad”, dice el recién creado poseedor del récord mundial del vuelo más largo jamás realizado por un hombre sobre esquís.
«Esta experiencia elevará el nivel de mi carrera, este récord será mi fuente de fortaleza en el futuro».
«En septiembre pasado, cuando visité este lugar por primera vez, todo lo que vi fue una roca. Era difícil imaginar este lugar cubierto de nieve entonces, pero sabía que este lugar tiene la pendiente natural perfecta. No podría haber pedido un esquí mejor. saltar colina. Esta fue una experiencia increíble».
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