Las Fijaciones de los esquís

Disponer de unos esquís y unas botas totalmente «personalizados» supone la necesidad de hacer lo mismo con las fijaciones. Aunque en ocasiones resulten poco estéticas, no se nos puede pasar por alto su enorme importancia ya que son el nexo de unión entre la bota y el esquí y como tal, son un punto vital para nuestra seguridad.

CONSEJOS PARA LA COMPRA DE UNAS FIJACIONES

Aunque todas las fijaciones que existen en el mercado cumplen con unos niveles exigidos de seguridad; cada una de ellas tiene sus propias características, que la diferencia del resto.

Para seleccionar correctamente unas fijaciones, deberemos tener en cuenta:

Nuestro peso y altura.
Nuestra edad.
Nuestro nivel de esquí (iniciación, medio, avanzado o experto).
Forma de esquiar (agresiva o conservadora).
El número de pie que calcemos.
Una buena fijación, que se adapte perfectamente a las características del esquiador, no sólo hará la práctica del esquí más cómoda, sino que además evitará lesiones.

Todos los puntos antes señalados le ayudarán a seleccionar la dureza adecuada para su fijación (esto es, la presión exacta que deben ejercer los muelles de la talonera y puntera para que la fijación se libere en caso de caida). Además deberá tenerse en cuenta la presión de la talonera; al poner la bota en la fijación, la talonera debe retroceder entre 5 y 10 milímetros y es que de no ser así, la fijación no se abrirá en el momento oportuno.

La fijación lleva incorporada una Alza que sirve de interface, levantando la posición de la puntera y la talonera sobre la base del esquí. De esta forma el cuerpo del esquiador puede inclinarse más sin que la bota llegue a tocar la nieve, con una conducción y agarre perfectos.